Ya era hora de que un capitalista hiciera una revolución…

Steve Jobs
La nuestra fue sin duda una generación extraña, demasiado agringada innegablemente, la mayoría de mis contemporáneos vestían en un estilo muy hippie, escuchaban rock de los 60’s mezclado con el que Seattle producía, pero de igual forma no se perdían una de las actualizaciones que periódicamente hacía Apple, era como un extraño culto al icono de la manzanita, tras él, en vez de un famélico gusano se escondía un nombre: Steve Jobs.
Prototipo de eso que llamamos BoBo’s (bohemian burgers), gente que, inconforme con el sistema, en vez de revelarse de manera política lo hacen mediante ideas altamente innovadoras, mismas que guste o no cambiaron nuestra percepción del mundo mucho más que cualquier revolución de esas que salen en películas y documentales, imbuido en este rollo Jobs fue sin duda una especie de gurú de la generación X, impregnando esta cultura cada vez más uniforme con su tecnología pero a la vez con una identidad alternativa.

Pocos textos, a pesar de que me considero un lector habitual, han generado en mí esa sensación de abismo pero a la vez de fuerza que uno titulado: Manteneos hambrientos, manteneos atolondrados… mismo que Steve Jobs leyera un 12 de junio de 2005 en un acto de graduación en Stanford, cuando lo leí me dejó pensativo y cada vez que en mi vida hay momentos complejos vuelvo a él en la comodidad de la pantalla y, dada su relativa brevedad, cada vez que alguno de mis amigos pasa por una situación complicada no he dudado en compartírselo.

Hoy me han comentado que ha muerto, no les creo pues su sonrisa sigue perpetua aún desde la tarjeta que anuncia su muerte y sus palabras siguen muy vivas en mi mente, como la primera vez que las leí…
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