polizonte en la nave de los locos

para muchos una palabra es un enser, para mi en cambio es una razón

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Location: Guatemala

Friday, November 13, 2009

los escritores respecto a los que escribe un gran poeta

No es la primera vez que en mis manos se deshace una edición del libro Escritos Sobre Literatura, que recopila una gran parte de la crítica literaria escrita por el más implacable de los poetas franceses, Charles Baudelaire, y a partir del cual podemos obtener más o menos un mapeo de lo que el mundillo literario era por aquel entonces; como es de suponer ahí se hace un inventario de las envidias, de las falsas glorias, de los grandes autores por decisión propia o de sus amigos y que hoy día no son pero ni al menos un triste recuerdo, las concesiones dadas a los amigos, en fin nada nuevo; pero lo más importante es la forma cómo Baudelaire disecciona las obras de sus contemporáneos y cómo nos muestra con su clásica maestría las grandezas y las miserias de la literatura de su tiempo.
Esta edición del año ‘84 corre a cargo de Carlos Pujol, quien, abalado por Editorial Bruguera, aparte de seleccionar y prologar los textos los traduce al castellano; a pesar de que generalmente no soy un entusiasta de los prólogos, este es uno que no me canso de leer y re leer, pues de una forma sumamente clara nos adentra en la obra y la vida de Charles Baudelaire, o sea lo que en realidad es un prologo, cosa que para la mayoría de prologuistas al parecer es un misterio del que aún no se han enterado; además queda lamentar la mala calidad de encuadernación de la obra, lo que en realidad pasa a ser una nimiedad comparada con su contenido intelectual. Hay entre todos los escritores comentados tres a los que más espacio dedica el compilador y respecto a quienes incluye dos textos, siendo el primero de estos nada menos que el gran Théophile Gautier, de quien inicialmente aparece una biografía en la cual podemos ahondar en lo que fue este hombre que más que trabajar con las letras, las vivió en su máxima expresión, a la vez que Baudelaire no intenta al menos disimular su devoción por el mismo, tal y como lo hace en la dedicatoria de Las Flores Del Mal, pero sin que ello afecte sus juicios sobre su obra, es más, él mismo aclara acerca de la dificultad que hay a la hora de escribir sobre alguien por quien se siente admiración sin incurrir en la ya tipica lambisconería que generalmente se suelen lanzar de un poetastro a otro; al terminar de leer ambos artículos nada más aconsejable que re leer La Muerta Enamorada de Gautier. El segundo turno es para Víctor Hugo, ese monumento ennegrecido e incorrosible que se yergue inmutable sobre la literatura europea del siglo XIX, de quien se incluye una reseña sobre su vida y otra sobre su novela cumbre Los Miserables, y sobre quien Baudelaire hace una reflexión respecto a lo que es, o debiera ser, un gran poeta y un gran autor, si bien a lo largo de estos textos vemos y comprendemos que no concuerda con toda la obra del autor, es un hecho que hace un justo análisis y valoración respecto de sus obras, en su opinión, mejor logradas. Más que ninguno de los escritores comentados en el libro, es sin duda de la señora Clemm, madre de Virginia Clemm, esposa de Mr. Edgar Allan Poe, de quien Baudelaire hace el retrato más profundo y más sentido, un acto de justicia para esa madre adoptiva que en el país en el que todo es mega, incluida la ignorancia, tan bien cuidó de esa voz incomprendida pero a la vez más alta, que fue el gran Poe, disecciona en estos textos, más que al maestro del relato de terror, a la sociedad que le concibió y que en cierta forma, al verse imposibilitada de domesticarle, le asesinó; es de recordar que Baudelaire fue quien introdujo a Poe en Francia, por ende en Europa, y el primero de estos textos ha sido incluido en no pocas ocasiones como prologo a sus, tan acertadamente llamadas, Narraciones Extraordinarias; luego nada más juicioso que re leer Relato Hallado En Una botella, es este libro una compuerta a la literatura que es perpetua, porque fue hecha para ser leída y no simplemente para ser publicitada.

Friday, November 06, 2009

extraño en una tierra extraña

Corría marzo del año ’95 cuando Byron Masdeu decidió abrir su primer estudio de tatuajes en el callejón del Fino en el centro histórico, era un local pequeño, en el que tarde a tarde se reunían metaleros, hippies, alternativos y uno que otro punk; así como gente que no era ni lo uno ni lo otro, pero que estaban interesados en perpetuar alguna imagen sobre su piel, entablando siempre tertulias que giraban en torno a la música, la literatura y la filosofía; hablando como solía ser costumbre de todo un poco, en cierta oportunidad el asistente de aquel, que estudiaba filosofía, me recomendó un libro llamado El Anticristo de un tal Friedrich Nietzsche. Por esos mismos años Giovanni Pinzón, vocalista de Bohemia Suburbana, tenía en la zona 10 el café Oro, epicentro de la movida alternativa, pero en el que muchos metaleros que estudiaban en el Ciudad Vieja se reunían por la tarde-noche, fue así como curiosamente ahí se gestó uno de los primeros zines metaleros, Putrefaxión Zocial; fue en una de esas noches que coincidí con alguien que siempre andaba leyendo y vi que lo que cargaba era el mencionado libro, inmediatamente le pregunté que de dónde lo había traído, a lo que me respondió que no, que lo había comprado en la librería El Tecolote de la zona 1, misma que paradójicamente quedaba a media cuadra del colegio en el que yo estudiaba. Realmente al abrir aquella edición de Editores Mexicanos Unidos no sabía qué esperar, esperaba algo muy fuerte, sí, pero en realidad no sabía qué, desde la primera línea fue un choque total, no era nada que yo hubiera imaginado, es cierto, pero era algo que desde siempre había buscado, a medida que continué página tras página, aquello era como encontrarme a mí mismo, como por primera vez poner orden a muchas ideas que habían estado desde siempre desordenadas en mi cabeza, como él mismo diría, refiriéndose a Richard Wagner, fue la primera vez que respiré con libertad en toda mi vida, pero a la vez fue un shock, había intuido desde siempre que debía existir una forma distinta de ver al mundo, pero nunca supuse que alguien la supiera plantear de una manera tan clara y a la vez tan cruda.
Muy pronto terminé convertido en fan de Nietzsche, a este libro le siguió la lectura de cuanta obra me fue apareciendo, ya en la edición de Edimat, y cada vez que en Burger King me tocaba, como suele ser costumbre por acá, esperar a alguien que siempre llegaba tarde a alguna cita, lo hacía leyendo aquellos libros que me obsesionaban; hasta el día de hoy cada vez que mi vida se ha tornado compleja, vuelvo mi mirada a ellos y ahí está la calma en medio de la tempestad. Indudablemente pocos filósofos se han atrevido a ir tan lejos como Friedrich Wilhelm Nietzsche (1,844 – 1,900) lo hizo, primero atreviéndose a cuestionar a quienes habían sido impuestos como incuestionables, lo que sin lugar a dudas no le hace tan profundo, pero si lo hace indudablemente el hecho de que por primera vez alguien halla logrado pensar al margen del pensamiento platónico, una labor que aún hoy suena titánica y monstruosa, dado que, aún sin querer, todos hemos sido concebidos, creados y domesticados mediante el molde platónico, hoy, como en mi caso, resulta indudablemente cómodo leerlo y comprender el grado de inherencia que dicho pensamiento tiene en nuestras vidas, pero el pensarlo por primera vez, el concretar esa idea en sí, es algo que difícilmente puede calcularse.
Desde mi óptica personal hay algo más que hace simbólica la lucha filosófica de Nietzsche y es el hecho de la enfermedad, una enfermedad que lo aniquiló lentamente y que le postró de 1,888 a 1,900, ya que fueron siglos de atraso en todos los sentidos de la ciencia, debidos única y exclusivamente a la avaricia de los administradores del mundo, quienes mediante tretas teologales mantuvieron a la humanidad sumida en las sombras y la ignorancia, tal como lo hacen los medios masivos hoy en día, pero fue a partir de la obra de este filosofo que el mundo se atrevió a ir más allá, a darse cuenta, por fin, que el cuerpo humano era un campo de acción para la ciencia y no un recipiente divino inviolable, lo que redundó en la solución para muchísimas enfermedades, como la que a él le había matado, y que en tiempos irracionales eran tratadas únicamente mediante la oración; creo que esa fue la lucha personal de Friedrich Nietzsche, y que, como todo hombre que nace póstumo, sin duda la ganó póstumamente; en los últimos días he estado re leyendo El Anticristo, Más Allá Del Bien Y Del Mal y Ecce Homo, y sí, nuevamente me sentí feliz de estar en casa…