polizonte en la nave de los locos

para muchos una palabra es un enser, para mi en cambio es una razón

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Location: Guatemala

Wednesday, October 08, 2008

the show must go on

En una reciente entrevista, concedida a la agencia Associated Press, el secretario de La Academia Sueca, Horace Engdahl, comentó: EEUU es demasiado insular, está demasiado aislado. No traducen lo suficiente y no participan en el gran dialogo de la literatura. Este tipo de ignorancia les limita. Son demasiado sensibles a las modas de su propia cultura de masas... En apariencia el académico no deja de tener cierta razón, al denunciar lo que la cultura de mercado ha hecho actualmente con la literatura, no sólo en Norteamérica, sino a nivel mundial, ya que en Latinoamérica también empiezan a pulular diversos escritores de diseño, que nos venden como el último grito de la moda literaria, aunque es necesario reconocer que generaliza demasiado a un país que además cuenta con autores reales y profundos. Ahora bien, veamos un poco a esa Academia Sueca, a la que él representa y que es la encargada de elegir al Premio Nobel De Literatura, un premio que ha pasado a ser la versión adversa a esa literatura Light que el académico, de manera implícita, critica, lanzándonos siempre en octubre a un nuevo Best Seller, que viene a ser algo así como un producto no tradicional dentro del mercado, pero que está dispuesto a ganarse a toda costa su puesto dentro del mismo y es que, tanto el mercado como la academia, parecieran estar enfrascados en una batalla mediática para ocupar el mejor puesto de las vitrinas en los supermercados, con algo que podemos denominar como no-literatura, pues si bien lo que las grandes editoriales nos presentan son libros sumamente superficiales, lo que el Nóbel nos ha dado en los últimos años parecieran ser libros con un valor agregado, selecciones en las que parecieran pesar más las tendencias políticas y humanitarias del autor que el nivel literario que halla alcanzado dentro de su obra. Y es que sucede que si alguien que no es comunista, socialista renovado, simpatizante de algún grupo terrorista tercermundista, feminista, indigenista, pacifista, ecologista, defensor de los animales, globalofobico o anti neoliberal, por esas necedades de la vida, tiene la simpática ocurrencia de dedicarse a las letras, es alguien que de antemano está condenado a no ser uno de los grandes nombres del canon sueco, de por sí el adentrarse en el listado de los ganadores del premio Nóbel es como visitar una guía telefónica, en la que ineludiblemente más de algunos nombres nos suenan conocidos, pero en la que la mayoría son unos perfectos desconocidos, claro que en la actualidad todos los ganadores tienen garantizados sus respectivos 15 minutos de gloria, pasados los cuales se esfumarán en la cloaca literaria más cercana, tal y como tarde o temprano sucederá con los autores prefabricados ultra Light de los que tanto reniegan los académicos.
La entrega del premio ha sido controversial desde siempre, pero últimamente el malestar se ha hecho más notorio, en especial a partir de la renuncia del académico Knut Ahnlund, quien puso muy en claro toda la banalización que ha venido sufriendo paulatinamente el mismo, al incidir en la selección aspectos totalmente extraliterarios, pero, como toda franquicia moderna que se precie de ser tal, continua y continuará creando expectación y enormes volúmenes de ventas y nosotros, los que vivimos obsesionados con las fluctuaciones del mercado intelectual y las tendencias de la moda literaria, estaremos a la expectativa el día de mañana para saber quién gana este año, por aquello que decía Monterroso, de que en literatura no hay nada escrito.

Tuesday, October 07, 2008

el suicidio no siempre es una gran idea, a veces surge por casualidad…

El 13 de septiembre recién pasado David Foster Wallace fue hallado por su esposa colgado de una cuerda, en su casa de Claremont, California, frío, trémulo y oscilante, cómo había sido a lo largo de su vida literaria, moviéndose con soltura entre el reportaje, el ensayo, la novela y el cuento, clara síntesis del escritor pop (no confundir con superficial) de nuestra época, quien realizó un verdadero trabajo de disección de la cultura actual, en su novela La Broma Infinita, publicada en 1,996, y en la que llevó a sus últimas consecuencias, casia al absurdo, a este mundo que cada vez toma más la forma de un enorme supermercado, en el que todo es un producto más: creencias, ideologías, movimientos culturales y por qué no decirlo las mismas corrientes literarias, de lo cual él, a pesar de llegar a ser un best seller, intentó de cierta forma eximirse. Pero más que eso, más que sus libros, este autor con aspecto de rockero de los 90’s, nos acerca una vez más a ese abismo que con sutileza solemos ignorar y al cual alguna vez ya nos habían acercado escritoras como Alejandra Pizarnik o estrellas de Rock como Wendy Orlean Williams: el suicidio como una forma de protesta a un mundo que no es compatible con nuestros ideales o simplemente un patético acto de cobardía ante una realidad que no resultó ser lo que imaginábamos y que en verdad es más grande y monstruosa que nuestras miserables fuerzas intelectuales, en las que secretamente nos ocultamos en silenciosas y apremiantes tardes de lectura o en el mejor de los casos escritura. En la actualidad hay una serie de puntos de conexión a los que el ser humano debe estar atado cotidianamente, no porque esté programado para ser así, sino como meros condicionantes de su existencia en sociedad, puntos que cuando se pierden o son endebles orillan al individuo hacia un margen en el cual se siente incomodo, quedando prisionero de un desasosiego que con el tiempo se va ahondando, hay quienes se sumergen en la adicción, hasta que ésta les lleva a un punto de no retorno, cuya característica básica es una autodestrucción que les permite el inhibirse de esa realidad que son incapaces de soportar, otros intentan refugiarse en un plano intelectual que en cierta forma les permite desentenderse de esa perdida de conexión y quedan los últimos, los que simplemente abren la escotilla de emergencia y saltan fuera, David Wallace, en cierta forma, fue una síntesis de las tres, escritor genial que retrató todo ese malestar interno producto de la vacíes contemporánea, análogamente padeció 20 años de depresiones, dependiente de antidepresivos, cuyos efectos secundarios llegaron a serle insoportables y finalmente llegó a un punto, en el que como señalara su padre, James Donald Wallace, Probó de todo. Simplemente no pudo resistirlo más.
Decir que esto es propiedad exclusiva de intelectuales, actores o estrellas de rock sería ocultar una realidad a la que cotidianamente se enfrentan un sin numero de personas que ni escriben ni componen ni leen, pero que tampoco pueden escapar al vacío y simplemente ven desde una empañada ventana un mundo que, aunque les sumerge, no les compete y se van negando silenciosamente a sí mismos, hasta dejar de ser incluso ese numero que alguna vez fueron dentro de esta sociedad cada vez más uniforme, que olvida que no todos los entes que la conforman tienen la capacidad de asimilarla como tal, se van quedando rezagados en sucias cantinas, en leprosos callejones o frente a una fría computadora, incapaces de crear puntos de conexión individuales, hasta que muchas veces optan por presentar su carta de renuncia, incapaces de sobreponerse a la cada vez más grande soledad colectiva de hoy en día, en cierta forma esta es la verdadera broma infinita…