polizonte en la nave de los locos

para muchos una palabra es un enser, para mi en cambio es una razón

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Location: Guatemala

Friday, June 26, 2009

cuando un autor se convierte en eso que más odia

Sin lugar a dudas José Saramago, Premio Nobel 1,998, es para mí uno de los autores de referencia, por sus opiniones en muchos temas y por algunos de sus libros más imprescindibles como El Evangelio Según Jesucristo, Ensayo Sobre La Ceguera (mismo que el director Fernando Meirelles llevara al cine bajo el nombre Blindness) y La Caverna, imposible para mí olvidar aquella tarde en La Compañía De Jesús, en la Antigua Guatemala, donde dio una cátedra que muy pocos autores pueden dar hoy en día, el pensamiento de un autor que cuestiona y escarba hasta el último rincón de su entorno, que no siente temor a pensar y a exponer lo que piensa.
Uno puede estar de acuerdo o no con las ideas de una persona, pero en el momento en el que ésta las expone con una profundidad y una claridad tan irrefutable como lo hace él, creo que es de, si no compartir, al menos analizar, y es que Saramago se ha encargado de plantear una izquierda y un ateísmo pensantes, coherentes con una actualidad poco cálida hacia las ideas, y desde dicha trinchera ha hecho uno de los análisis más concretos de lo que es nuestro mundo hoy, con todas sus contradicciones y con todos esos intentos por manipular a la cultura a fin de hacerla un simple instrumento de dominación. Pero, y siempre existe un pero, desde hace ya un tiempo me cuestiono cómo un hombre que tiene tan claros los procesos mediante los cuales la sociedad es regida actualmente y a los cuales se opone en cada oportunidad que tiene de decirlo, no ha notado que es una parte importante del engranaje de la misma, resulta ser que el Sr. Saramago desde la oposición ha pasado a ser uno de los autores más rentables y con más presencia en el mercado, publicando una cantidad increíble de libros, una guía turística incluida, que no forzosamente son imprescindibles y que lo mantienen con increíble actualidad dentro del mercado editorial, justo como lo hacen todos esos productos prefabricados de los que tanto desdeña.

hay música que no nos explica, pero sin la cual difícilmente nos explicamos el mundo

Hoy es sin duda uno de esos pocos días en que uno puede asomarse a la ventana y constatar fehacientemente que la religión más grande del siglo XXI será el culto al pop, pero a la vez una oportunidad inigualable para intentar diseccionar la forma en que se ha creado por primera vez una cultura mundial y uniforme; la muerte de Michael Jackson a resonado en todos los diarios del mundo y no se habla de otra cosa en las calles, lo cual no es para menos, luego de tantas generaciones que aprendieron a bailar y a vestirse con él, pocos artistas aplicaron de forma tan efectiva la premisa: sé rebelde, consume…
El problema del consumismo y su cara más amable, el pop, es que exige diariamente una constancia que termina por ser deshumanizante, dejando al descubierto su miseria ante quienes se ven imposibilitados de consumir o, como en este caso, de dar nuevos productos para el consumo, condenándolos así a un ostracismo despótico y sórdido. Nadie como Michael Jackson supo representar, y a la vez sufrir, ambas caras de dicha cultura, alcanzando todo el esplendor que ésta puede dar y toda la falacia que a su vez la misma implica, quedando inscrito en la historia como el primer ser humano que cambió de color y el que rompió todos los records de ventas existentes, pero a la vez el mismo que cuando no supo cómo entretener a las masas, sufrió la soledad y el vacio que hay detrás de la fama.
Durante sus últimos años soportó la humillación de una sociedad que se alimenta del espectáculo y que, como en el circo romano, se deleita con la caída de la victima en las fauces de la bestia, una en la que los mismos que bailaron al ritmo de Thriller fueron los que compraron esos diarios amarillistas en los que públicamente se le enjuiciaba y escarnecía por los errores que esa misma cultura fomentó en un principio, hoy que ha muerto sus feligreses se agolpan a llorarle, cosa que no hicieron en vida cuando él más la necesitaba mientras moría lentamente victima de la soledad, mañana nada habrá pasado y, como en la canción de Queen, el show deberá continuar.

Friday, June 05, 2009

complicaciones de no contar con una canon pixma IP1000


a Julio Manuel Girón
Recientemente un amigo, a quien van dedicadas estas líneas, me comentó emocionado la lectura del libro Retrato De Balzac, escrito por Théophile Gautier y publicado no hace mucho por editorial Sexto Piso, pocas veces tiene uno la oportunidad de acercarse a la vida de un monstruo de las letras mediante las paginas escritas por otro monstruo del mismo nivel, cosa que me fue posible gracias a que posteriormente me lo prestó.
No todos los días alguien se impone como propósito escribir 137 novelas, pero si dicho propósito suena titánico, más lo es el haber logrado terminar 85, Honoré De Balzac, como muchos otros, acarició la idea de ser un filosofo, e inspirándose en la Divina Comedia de Dante, se decidió por hacer una obra que fuera un todo, que contuviese dentro de sí todo lo que le era contemporáneo, pues pensaba que era poco probable que una obra en la que el autor imaginaba un tiempo en el que no había vivido fuese exacta, haciendo un análisis de la sociedad humana basado en el método que los biólogos utilizaban para analizar a los animales, la idea no fue así de concreta en un inicio, ya que para cuando concibió ese concepto de unidad y la forma definitiva del mismo, había ya publicado obras como La Piel De Zapa o Louis Lambert, ambas con una cierta influencia del filosofo sueco Emmanuel Swedenborg, pero que posteriormente tomaron su propio espacio dentro de la que sería su obra única. Si bien toda obra de un autor nos transmite la esencia de su pensamiento, es en su vida cotidiana en la que realmente podemos ver la esencia de si mismo, y es esto lo que nos permite la obra de Théophile Gautier, un acercamiento al trabajo obsesivo de un hombre que nunca se sintió dueño de un estilo propio, volcándose entonces a una entrega total a su obra, aún a costa de su vida misma, con jornadas de escritura de 15 horas diarias, en las cuales era tan sólo el café lo que le impedía rendirse al peso del desvelo, y cómo un hombre que nunca pudo armar un verso, armó una de las obras más impresionantes e imprescindibles de la historia occidental. Poseía, como la mayoría de los escritores serios, una obsesión casi enfermiza por revisar una y otra vez sus textos, hasta, en una labor de alfarero, lograr en ellos el tamizado exacto, esto en nuestros días nos implica tan sólo un gasto desmedido de hojas y de toner, nada que sea del otro mundo, en su tiempo, por el contrario, le implicaba tener que mandar su texto escrito a la imprenta, que le enviaran galeras, y luego revisarlas una y otra vez, con las respectivas re impresiones, mismas que, según nos confía Gautier, eran de suma complejidad para los tipógrafos, por lo que los editores, avaros, como suelen ser en los países en los que sí se venden libros, optaron por pasarle la factura de todos los gastos en los que se incurría en esas revisiones, sacrificando así parte de sus menguados ingresos, sacrificio que el autor no desdeñó en aras de la perfección de su obra. Pocos libros nos hacen compenetrarnos realmente en la vida de un autor, este sin duda es uno de ellos, y que al ser realizado a su vez por un autor que sabe los secretos del trabajo, nos muestra el edificio, no como en una visita guiada, sino como una labor de ingeniería en la cual quedan a luz aún las líneas y engranajes más diminutos y principales de lo que fue el autor y la creación de obras como Séraphîta o La Misa Del Ateo, dejándonos el viaje por este entramado un sabor extraño, un sentimiento raro hacia esas obras y la constatación de que un hombre que fue capaz de, como él decía, hacerle la competencia al registro civil en la cantidad de personajes que ideo y a los que dio vida, era también humano, lastimosamente aún no se hacen realidad las palabras que Victor Hugo dijera en su funeral: A partir de ahora los ojos de los hombres se volverán a mirar los rostros, no de aquellos que han gobernado, sino de aquellos que han pensado.