polizonte en la nave de los locos

para muchos una palabra es un enser, para mi en cambio es una razón

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Location: Guatemala

Friday, August 22, 2008

aparezco en google, luego existo

El mono, si mal no recuerdo, viene siendo según los darwinistas algo así como nuestro bisabuelo y según los creacionistas más o menos nuestro primo hermano, pero es innegable que más de algo debemos de tener en común con dicho primate, en especial esa obsesión por figurar siempre, con la expansión de la red se nos ha permitido abandonar nuestro entorno para lanzarnos al plano mundial con apenas unas horas de trabajo semanal, sin incurrir en mayores gastos económicos y omitiendo lo engorroso que tener un website podía llegar a ser, ahora contamos con redes sociales gratuitas como Hi5, Facebook, MySpace o el Blog y adherirnos a una, aún incipiente, cibersociedad cada vez más grande. Cuando a uno le dan un nombre lo primero que hace es rastrearlo a través de Google y si no aparece, queda el sentimiento de que se trata de alguien inexistente, no importa qué tanto se tenga que decir, lo importante es estar, de esa cuenta vamos contando nuestras vidas a través de perfiles de Hi5 o de Facebook, en los cuales se despliega una cantidad inconmensurable de fotografías que nos describen la cotidianidad de las personas, otros vamos contando nuestras inquietudes a través de un blog o existen quienes plantean a la opinión publica sus proyectos musicales a través de un MySpace.
Pero, ¿qué nos hace tan necesaria la participación en dichos espacios?, creo que la palabra básica es soledad, ese temor a vernos todas las mañanas ante el mismo espejo y ser los únicos espectadores de lo que sucede en nuestras vidas o ese silencioso temor de quedarnos en un limbo intelectual en el que únicamente nos leamos nosotros mismos, el ser humano hoy en día se siente más desolado que nunca y es cuando más compañía busca, cuando se está vacío por dentro se siente aún más el peso de la soledad, entonces que mejor que contar eso que somos, creemos o deseamos ser, en un espacio de alcance ilimitado, que nos permita, si no borrar, al menos amainar un poco esa profunda soledad, eximirnos del entorno y pasar a ser lo que internamente soñamos ser. Algunos, los pocos ajenos al fenómeno, se preguntarán qué sentido tiene configurar espacios que nada más salir de la habitación se quedarán confinados a una pantalla y a una red intangible, pues simple y sencillamente es una forma de negar la nada, una formula personal de llenar ese secreto resquicio que muy adentro nos carcome incesantemente, que no es el temor a la muerte en sí, sino el temor a dejar de ser, el temor a pasar a ser parte del inventario de eso que llamamos La Nada, el ser humano respondiendo a esa necesidad perpetua de trascender para no desaparecer en medio del más inmisericorde anonimato, transmite sus ideas, o la total falta de las mismas, según sea el caso, hacia otros seres igual de anónimos, contactos distantes que nos recuerdan que, aunque el vendedor de caramelos no se atraviesa la calle para saludarnos por nuestro nombre ni el vendedor de ropa interior para damas de la esquina se acerque a pedirnos un autógrafo, existimos. Miles de cibernautas aquejados con el Complejo de Eróstrato se van sumando día con día a una babel virtual en la cual no se necesita de estar vivo para participar, muestra de ello es la reciente apertura de un Blog con el diario que George Orwell inició el 9 de agosto de 1,938 y finalizó en 1,942, lo irán posteando día por día como si fuera tiempo real, igual no hay escritor contemporáneo que se precie de ser tal que no tenga su propio Blog, quizá no todos los blogeros lleguen a ser tan celebres, pero al menos para cuando nos hayamos ido continuaremos siendo información que vaga, junto a toda la demás basura, por el ciberespacio sin un rumbo definido y nos iremos tranquilos, con la secreta esperanza de que probablemente en unos 200 o 300 años un improbable cibernauta anónimo mientras googlea en la Luna o en Marte se entere por casualidad de que alguna vez existimos…

Wednesday, August 06, 2008

la construcción de un imaginario popular globalizado

Desde hace un tiempo con suma frecuencia cuando se habla de pop automáticamente la gente tiende a asociarlo con Britney Spears, Christina Aguilera, Camila o Reik, minimizando todo lo que en general engloba el concepto pop, para centrarse en elementos que si bien lo conforman, lo hacen en su aspecto más kitch, en realidad hablamos de una cultura que desde siempre existió, proveniente de los estratos al margen de la llamada cultura con C mayúscula (que por siglos había sido reducto exclusivo de las elites más ilustradas), y que se conforma a partir de todas las expresiones que nacen del pueblo y de los artistas populares, calificados muchas veces como artesanos por no corresponder al standard, la misma abarca desde las danzas autóctonas hasta los personajes pintorescos que conforman el imaginario popular local, recibiendo la etiqueta, más cool si se quiere, de pop en el año 1,958, cuando Lawrence Alloway lo utiliza para referirse al arte. Conforme la modernidad fue tomando una forma definida, la cultura popular fue ensanchándose hasta convertirse en una verdadera industria, generando dos fenómenos: 1) lo que tradicionalmente se conocía como cultura pasó a ser una cuestión meramente marginal y 2) la cultura que habitualmente había sido pop, quedó sumergida por un nuevo imaginario global, pues esta nueva forma de hacer cultura pop es sumamente inmediata, accesible y masiva, desde niño resulta más fácil sumarse a un entorno global que limitarse al que por naturaleza nos corresponde, a este se accede con un simple control de TV o una conexión web, mientras que el imaginario local generalmente suena anacrónico y a la vez el costo intelectual de acceder a la gran cultura es totalmente engorroso, actualmente nos es más digerible y accesible la música de una banda conformada en Londres que la de un grupo autóctono o una obertura de Tchaikovsky, quedando en un punto intermedio que se caracteriza básicamente por lo seductor de los iconos que lo conforman. La pintura fue quizá de las expresiones artísticas que primero participó de esta apropiación y a la vez aproximación hacia los elementos populares, me viene a la mente Toulouse-Lautrec (1,864 – 1,901) un pintor que pasó la mayor parte de su vida en los burdeles parisinos, embebido en todo el sórdido mundo y el oropel de la prostitución, haciendo que su obra pictórica girara en torno al mismo, elevando a nivel de arte la realización de los carteles para los cabaret que frecuentaba, de los cuales los más connotados eran Le Moulin De La Galette, Le Moulin Rouge o el más famoso Le Chat Noir, una de mis obras favoritas por cierto, no sería, como mencioné al inicio, sino hasta finales de los años 50 que el concepto de pop art tomaría realmente forma, siendo Andy Warhol (1,928 – 1,987) su principal altavoz, revirtiendo el proceso de la industrialización de lo pop, al tomar todos los elementos comerciales y transplantarlos al arte, tal el caso de las famosas sopas Campbell, yendo un poco más allá de lo que el dadá, y en especifico Marcel Duchamp, habían hecho con el Rady-Made, al final de esta fusión nacen nuevos elementos, que hacen de la publicidad y de lo pop algo más estético así como del arte algo desacralizado y más cercano a la colectividad. La sociedad de consumo ha sido prolífica en eso de generar y fomentar iconos del pop, tan variados y pintorescos como Cantinflas, el Che Guevara, Ronald McDonald, Batman, Hulk (una versión pop de la ya clásica novela El Extraño Caso Del Dr. Jekyll Y Mr. Hyde publicada en 1,886 por Robert Louis Stevenson), David Beckham o Los Simpson (que han pasado a ser el más grande fenómeno social y cultural de nuestro tiempo), claro que heroes y personajes ficticios transplantados al imaginario popular habían existido desde siempre, como Ulises, Don Quijote De La Mancha o el Dr. Fausto, pero éstos habían nacido de una concepción netamente literaria y no como objetos o productos de mercado, que año con año facturan una cantidad inimaginable de dólares, con una producción enorme de películas, libros, afiches, t-shirt y los más diversos souvenirs, nunca habían llegado a su vez de una manera tan masiva y con tanto afán de homogenizar culturalmente a tan variado conjunto de grupos sociales y étnicos como en la actualidad. Muchos olvidan o ignoran quizá, que uno de los mayores puntos de inflexión dentro del rock, fue precisamente el Monterrey Pop Festival y que el mayor fenómeno pop del recién pasado siglo fue sin duda alguna precisamente el rock, en todas sus vertientes, siendo esta la primera música considerada masiva y que desborda las salas de conciertos o los salones de baile, como había sido tradicional, llenando sitios enormes e inhabitúales para un grupo musical con fenómenos como los Beatles o los Rolling Stones, que, como podemos ver en cualquier catalogo, obviamente aparecen registrados como música pop, no muy lejos de Michael Jackson o Madonna, ya que es a partir de ellos que con más fuerza el nivel de un músico se mide a partir de la cantidad de discos que vende y no de la calidad artística que el mismo pueda llegar a alcanzar, lo que a la fecha se ha vuelto norma también en el cine y en la literatura.
Pese a que nos sintamos parte del mercado o no, se nos presenta difícil imaginar nuestro pasado o nuestro presente sin la presencia de esa amplia gama de personajes, que han estado ahí como símbolos de cada época que hemos transitado, ya sea por revistas, por películas, por discos o por programas televisivos, el pop va ligado a nuestras vidas y a nuestra memoria de forma intermitente, de igual forma lo asociamos al recuerdo de nuestros seres amados, quién en la actualidad no recuerda el programa favorito de sus abuelos, las películas favoritas de sus padres o el disco que regaló a su primera novia, todas, expresiones de eso que se denomina como cultura pop, una que silenciosa y paulatinamente ha ido uniformando a las sociedades más dispares, para construir un imaginario hegemónico y a la vez en extremo consumista, pero creo honestamente que en el fondo estamos más identificados con lo pop de lo que suponemos o de lo que muchas veces quisiéramos estar.