vida cotidiana, manual de uso

La vida diaria a pesar de ser un ejercicio diario, valga la redundancia, pocas veces llega a ser una cuestión que nos sea simple, en especial si nos da por participar del ejercicio social, es siempre un juego de trampas incomprensible en el que todo aquel que tenga buenas intenciones saldrá irremediablemente lastimado y todo aquel que carezca de astucia, aunque no de inteligencia, siempre terminará por perder más de algo. Es así como luego de muchos días de intentarlo llegamos a la conclusión, en el mejor de los casos, de que somos poco aptos para el juego social y, en el peor, a adaptarnos a él, convirtiéndonos en una pieza más dentro de un tablero en el que sólo deciden las jugadas los que no participan.

La filosofía, cuando no está escrita por filosofastros, tiene una marca de agua que la hace impersonal y atemporal, ya que parte desde el análisis del ser cotidiano, ese que en el hipermercado como en el más miserable cuchitril posee un mismo funcionamiento, pues sin importar cuánta tecnología tenga a la mano, siempre sigue siendo humano, por ende sigue respondiendo a los mismos procesos básicos de antaño, sigue siendo el monótono ser que para olvidar que no comprende la vida cotidiana crea enseres y gadget con los cuales llenar ese espacio vacio llamado mente.
Pero dentro de esa enorme y monótona multitud hay siempre uno que por naturaleza o por error termina siempre por preguntarse qué hace aquí y cómo debe comportarse para sobrevivir a la existencia de los demás, para las grandes mayorías esto suena siempre absurdo, pues ellas se han acoplado a un mundo en el que sólo se cree y se compra, nunca se duda, y en el que quien duda es siempre sospechoso. Pues para esa pequeña minoría de los que dudan fue escrito indudablemente Arte Del Buen Vivir, editado por Edaf, un libro que en principio podríamos pensar anacrónico en un mundo en el que a Schopenhauer se le puede encontrar ya sólo en t-shirts, bolsos, tazas ó incluso en peluches con la serigrafía de su rostro, a pesar de ello no lo es, sino más bien es la disección de esa masa de seres cotidianos, condenados a representar tan sólo una marca y a no preguntarse nunca nada.
Por mi parte desde El Anticristo de Nietzsche que no hallaba un libro tan certero, creo que es un buen manual para, en este año por iniciar, intentar, una vez más, comprenderme y comprender a las grandes turbas, pero más que nada un manual de cómo escapar de ellas por la puerta de emergencia y así salvaguardarme de su resignación, no sé si en realidad sea así, pero al menos hoy, mientras veo el año morir, tengo la sensación de que sí.
Pero dentro de esa enorme y monótona multitud hay siempre uno que por naturaleza o por error termina siempre por preguntarse qué hace aquí y cómo debe comportarse para sobrevivir a la existencia de los demás, para las grandes mayorías esto suena siempre absurdo, pues ellas se han acoplado a un mundo en el que sólo se cree y se compra, nunca se duda, y en el que quien duda es siempre sospechoso. Pues para esa pequeña minoría de los que dudan fue escrito indudablemente Arte Del Buen Vivir, editado por Edaf, un libro que en principio podríamos pensar anacrónico en un mundo en el que a Schopenhauer se le puede encontrar ya sólo en t-shirts, bolsos, tazas ó incluso en peluches con la serigrafía de su rostro, a pesar de ello no lo es, sino más bien es la disección de esa masa de seres cotidianos, condenados a representar tan sólo una marca y a no preguntarse nunca nada.
